El Relator Especial sobre los derechos de los pueblos indígenas publicó el informe elaborado por el Observatorio de Derechos Territoriales de la Comisión Nacional de Territorios Indígenas, respecto a las afectaciones sufridas por los pueblos indígenas durante la pandemia del COVID-19.
El documento evidencia cómo las medidas tomadas por el Gobierno nacional durante la emergencia sanitaria y que responden a su interés de acelerar la economía, han favorecido el accionar delictivo de grupos armados que están operando en la impunidad, así como han contribuido al avance de proyectos extractivos que se llevan a cabo en los territorios indígenas. Esto debido a que dichas agrupaciones avanzan mientras las comunidades acatan las medidas de aislamiento.
El informe entregado al Relator el 19 de junio hace hincapié en la amenaza que representan para la seguridad jurídica de los territorios ancestrales: la militarización de los territorios, la intención de reactivar las aspersiones aéreas con glifosato, los desalojos a comunidades urbanizadas forzosamente, los hechos victimizantes relacionados al conflicto armado y el desplazamiento masivo de pueblos indígenas en plena pandemia.
De hecho, el Observatorio de Derechos Territoriales registró con preocupación un incremento del 53% en el asesinato de líderes indígenas en el contexto de la pandemia, comparado con el mismo periodo en el año anterior.
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Para el Observatorio, “la pandemia afecta de manera particular a comunidades indígenas porque aunado a la precariedad en la garantía del derecho a la salud, los territorios de las comunidades étnicas tienen un rezago significativo en el índice de condiciones de vida frente al resto de la población”. Además, destaca las problemáticas que se viven en los territorios, debido a la presencia de grupos armados y la persecución política en contra de autoridades y comunidades indígenas.
Por lo tanto, los meses de aislamiento preventivo y la ausencia de lineamientos efectivos por parte del Estado, encendieron las alarmas por estar configurando un posible escenario de etnocidio, ya que “han significado una desmedida e irresponsable exposición de los pueblos indígenas al contagio y a la muerte y, con ello, a su eventual exterminio cultural, a la violación de sus derechos fundamentales, a la militarización de sus territorios y a su afectación irreversible producto de las implicaciones que tienen las medidas de reactivación de la economía nacional”.
El estudio recoge también las iniciativas de autocuidado a las que han tenido que recurrir las comunidades para contener el avance del virus, pues este ya ha alcanzado al 54% de los pueblos indígenas del país, con más de 3.030 contagios y 114 fallecidos confirmados a la fecha.