Desde el Observatorio de Derechos Territoriales de los Pueblos Indígenas (ODTPI) de la Comisión Nacional de Territorios Indígenas (CNTI) acompañamos la Primera Minga de Cine Indígena, un espacio que busca fortalecer los procesos comunicativos propios de los Pueblos Indígenas de Colombia.
A ritmo de flautas traversas, zampoñas, güiros, tamboras, charrascas y guitarras, la Primera Minga de Cine Indígena reunió a varios grupos de danza, tejedoras/es, artesanos/as, realizadores/as audiovisuales, muralistas, poetas, comunicadores/as etc., en el resguardo Potrerito, municipio de La Plata, del departamento del Huila. Aquí se hizo eco con la música y la comunicación propia para continuar fortaleciendo los usos y costumbres bajo los principios de la unidad y la autonomía de los Pueblos Indígenas.
Esta minga contó con la participación de los Pueblos Indígenas del departamento del Huila como los Nasa, los Miskak, los Yanakunas, los Pijao, los Emberá Chamí, los Inga y los Andaquíes, asentados en 18 municipios y organizados en 32 territorios, que a través del sentir y expresar, compartieron la importancia de seguir afianzando la palabra a través del arte de comunicar.
Los días 17, 18 y 19 de noviembre de 2021 el área de comunicaciones de la CNTI hizo parte de este espacio: “Memoria, arte y comunicación de los Pueblos”, en el que fue posible presentar uno de los productos audiovisuales realizados por la CNTI que surgió de un proceso pedagógico y que busca aportar a la defensa de los territorios indígenas con un enfoque diferencial, decolonial y de género.
En contexto del Programa de Vientos de Comunicación del Consejo Regional Indígena del Huila (CRIHU) fue proyectado el video: «¿Qué son los derechos territoriales de los Pueblos Indígenas?» Producto audiovisual que hace parte de la serie “¡Defender los territorios es defender la vida!” en el que la CNTI produjo cuatro programas radiales, ocho videos animados y una cartilla con información de los derechos territoriales para los Pueblos Indígenas.
Además de esto, se proyectaron diferentes trabajos audiovisuales creados por los y las comunicadoras en formación de una escuela propia, en los que visibilizaron muchas de las problemáticas que los aquejan en sus territorios y la importancia de reconocer a los Pueblos Indígenas como guardianes y protectores de la Madre Tierra. Además, abordaron también temáticas como la mujer indígena y el territorio, la vida, la pervivencia y la época de la colonización, a través de la animación y las voces de varios de ellos.
Por otro lado, se contó con la participación NasaLuuçx, un colectivo de comunicadores indígenas que participó de la muestra de cine indígena con “Guerreras ancestrales” un producto audiovisual basado en el análisis presentado en el programa de Derechos Humanos de la Çxhab Wala Kiwe-Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca-ACIN, donde las mujeres indígenas y campesinas evidencian sus luchas por la reivindicación de sus derechos en medio del conflicto, como un reflejo de la cotidianidad que se vive en cualquier parte del país.
Así mismo, se presentó “Yu´lucx” (hijas/os del agua), un documental que pone en discusión la importancia del territorio para el pueblo indígena Nasa del Norte del Cauca, a través del agua como fuente de vida, donde se explora la importancia del agua y la relación espiritual con los habitantes del territorio y los espíritus ancestrales allí presentes.
En ese sentido fue compartida una noche de cine con los Pueblos Indígenas y Edison Yaya, director de la película Tundama (2020), en la que se logró intercambiar un diálogo de saberes y aclarar preguntas que surgieron sobre el cacique muisca que resistió en la época de la colonia contra el mando de Gonzalo Jiménez de Quesada.
Los creadores de la Primera Minga de Cine Indígena, comunicadores/as, artistas y realizadores/as expresaron la importancia de continuar tejiendo a través de la comunicación propia como un mecanismo de lucha y resistencia que permite ser parte de una comunidad y fortalecer un proyecto colectivo para la pervivencia física y cultural de los Pueblos Indígenas.
También se identificaron una serie de retos comunicativos para mejorar la manera de informar, de seguir caminando bajo los procesos comunicativos y de arte, para que las prácticas ancestrales pervivan milenariamente y así poder llegar a los diferentes territorios donde se encuentran los pueblos y comunidades indígenas.
Es importante que todas las personas que hicieron parte de esta primera minga reconozcan la importancia y el poder de la comunicación propia como la columna vertebral del expresar de los pueblos. La invitación es a hacer uso de las tecnologías de manera adecuada como una herramienta clave para la transformación con el fin de posicionar la palabra y avivar los procesos de arte, cine, música y comunicación.
En tiempos de resistencia este tipo de espacios nos conducen a seguir cultivando a través del sentir, la chagra y la tulpa como la encargada de tejer la palabra y caminar en equipo para continuar despertando el corazón de la niñez y la juventud, para el fortalecimiento de la memoria y la identidad de los Pueblos Indígenas, bajo sus tradiciones, usos, costumbres y cosmogonías.
Desde este espacio le agradecemos al Consejo Regional Indígena del Huila por la invitación, tenemos certeza de que seguiremos tejiendo este caminar tan importante para la defensa de los derechos fundamentales y territoriales. Esperamos seguir de la mano del saber y la sabiduría de los espíritus de la Madre Tierra y nuestros ancestros, para construir a través de la memoria y la vivencia.
¡Somos fuente de saber, defendemos el sentir de nuestros territorios!
Desde la Comisión Nacional de Territorios Indígenas (CNTI) acompañamos durante una semana a la Asociación de Cabildos Inga del Municipio de Villagarzón Putumayo (ACIMVIP), que en el marco de su proceso de fortalecimiento a los cuidadores del territorio, organizó un recorrido al Resguardo Inga Chaluayaco.
Este plan de protección fue pensado para reducir los riesgos identificados por la comunidad, además de apropiar el territorio ancestral para su preservación. La actividad incluyó también la caracterización de posibles conflictos socioambientales en la zona, la verificación del estado de los linderos en el resguardo y el registro tanto de puntos estratégicos como de sitios sagrados.
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¡Yaku, Yaku! Dice a viva voz Luis, responsable de la coordinación de Gobierno y Justicia Propia en la asociación, quien además lidera a los Cuidadores Indígenas de la Amazonía Colombiana, un grupo de hombres y mujeres con un compromiso férreo por la defensa del territorio y la diversidad natural en el sur del país.
¡Waira, Waira! Responden al unísono sus pupilos y aquellos que se preparan para partir en el recorrido que en las próximas horas nos llevará a visitar, a algunos por primera vez, el resguardo de Chaluayaco.
La oscuridad de la madrugada es testigo de cómo terminan de ser ajustados los últimos detalles antes de partir. La comida para los próximos días, las capas para protegerse de la lluvia, las linternas y los radios son repartidos, solo se percibe el movimiento de quienes se preparan para salir en otro de los tranquilos amaneceres de Villagarzón.
Antes de iniciar el recorrido y como no podría ser de otra manera, empieza la armonización. Es el mismo Luis quien solicita permiso para que todos podamos ir y regresar con bien, seamos dignos de entrar al territorio y podamos alcanzar los objetivos de la actividad. En el círculo, tomados de las manos, quienes acabamos de llegar tenemos la oportunidad de conectar por primera vez con quienes pertenecen a la asociación y nos acompañarán durante la semana en Chaluayaco.
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Llega la hora de salir. El furgón nos recoge y comienza el camino con una primera parada: el municipio de Orito, también ubicado en el departamento de Putumayo. Por el camino aclara el día y la mañana llega con tonos violetas y azules en el cielo, son pocas las nubes que se asoman y la brisa ameniza la charla. Ya una vez en Orito el sol ha terminado de abrirse paso y es hora de desayunar en la plaza de mercado del municipio.
De nuevo en la ruta y luego de un par de horas en carretera, llegamos al cruce del río San Juan que comunica con la vereda Portugal. A pesar de la extensión del trayecto y de que el calor comienza a sentirse, no han faltado las sonrisas entre los participantes, los relatos de viajes anteriores y las expectativas que, de un lado y otro, son compartidas por lo que está por venir. El mayor Eduardo, conocedor y médico tradicional, comparte algunas de las innúmeras historias que décadas de caminar en el estudio de las plantas y en la defensa de la Amazonía, le han dejado.
Pequeños grupos cruzan el río en panga y en la otra orilla todo se organiza para dar inicio a la caminata con destino al resguardo. No es poco el peso que llevan cargado en sus espaldas y ya los primeros toman la delantera con el liderazgo de Héctor, nuestro guía y anfitrión de camino a Chaluayaco.
Sabemos que pasarán varias horas antes de llegar a destino. El paisaje ya comienza a cambiar y la vegetación selvática hace su aparición. Aunque el fuerte sol aún está presente, los árboles altos y entrelazados, con sus ramas grandes y hojas espesas, brindan la sombra por la que corre el aire mientras sorteamos el camino entre barro, troncos y piedras. Más tarde, ya cuando el cansancio se hace sentir, llega la lluvia: primero tímida y luego acompañada de los truenos que rompen el silencio, esos mismos con los que Luis dice que las fuerzas de la naturaleza advierten nuestra llegada al territorio.
Bajo esa lluvia fuerte y refrescante recorremos el último trayecto antes de llegar al resguardo. La luz del día se va y Héctor, que antes tuvo que buscarnos por haber desviado el camino, nos indica que caminemos rápido y con cuidado al iluminar el suelo, para no encontrarnos con alguno de los aproximadamente cinco tipos de serpientes que habitan allí. Ya finalmente en la noche, con todo el grupo reunido nuevamente, hacemos una primera socialización y quienes tienen bastón de mando se disponen a reunirlos uno a uno en la casa cabildo, nuestro punto de encuentro durante los próximos días.
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Cada jornada comienza temprano. Con los primeros rayos de sol el gallo canta y ya se siente movimiento en la parte baja: son los preparativos para el desayuno de todo el grupo. La leña alimenta el fuego encendido y las ollas con arroz, a veces carne, a veces pescado y plátano o chiro, como allí le llaman, esperan a los comensales que pasan uno a uno por la primera comida del día.
Uno de los objetivos de esta salida, además de fortalecer a los cuidadores (término que quieren usar en vez de «guardias») es el de reforzar el conocimiento de la lengua inga. Por eso, Francisco, de la coordinación de Cultura y Deportes de ACIMVIP, encabeza una serie de actividades para aprender términos en inga como los números y los nombres de las partes del cuerpo. Este es un momento de esparcimiento y aprendizaje, porque no se trata solo de repetir las palabras, sino que va acompañado de música y canto.
Después de este espacio, no podría faltar un partido de fútbol. Hombres y mujeres se preparan para una sana contienda, aunque en el calor del momento algunas piernas resultan lastimadas. Para ello, un buen baño de agua caliente con hoja de Desvanecedora antes de dormir, que además de relajar los músculos, ayuda también a la circulación para que se vayan los morados de las piernas. De ahí su nombre, indican los mayores.
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Una nueva mañana, las energías recargadas. El grupo se reúne para recibir la capacitación en el uso de GPS. Para ello se dividen en equipos más pequeños y tras las indicaciones de la compañera encargada, comienza la práctica. Conversan, ríen, resuelven inquietudes, prueban. Hay un gran interés en el tema y alegría en el ambiente. El sol quema, pero no es nada para grandes y chicos que tienen toda la disposición de aprender. Saben que esta es una herramienta que puede apoyar su trabajo en el reconocimiento del territorio, sin obviar que ancestralmente han sabido ubicarse y ser uno con él.
Tras este ejercicio, Luis hace grupos nuevamente. En estos vamos intercalados cuidadores, representantes de los demás resguardos, el equipo de acompañamiento de la CNTI y los profesionales de apoyo de ACIMVIP. Cada grupo tiene un nombre y estos hacen referencia a las fuerzas de la naturaleza en inga: Yaku (agua), Waira (viento), Alpa (tierra), Rumi (piedra), son algunos de ellos.
En estos grupos partimos a recorrer los caminos que una y otra vez Héctor y su familia han transitado. Aquellos que fueron designados para el uso de los GPS van marcando en el dispositivo los puntos de referencia que destaca Héctor en los linderos del resguardo.
De vez en cuando los mismos sonidos de la selva captan la atención de nuestros guías. Nos indican que permanezcamos en silencio. Ya en varias oportunidades hemos escuchado relatos acerca de serpientes, venados y dantas, pero sin duda el gran protagonista de las historias es el tigre. Lo que parecen sus rugidos se dejan escuchar a oídos de los más experimentados, por lo que nos indican detenernos en el camino y aguardar instrucciones para continuar.
Por los senderos que cruzamos podemos ver todo tipo de plantas, medicinales y venenosas; árboles de cientos de años cuyos troncos necesitarían de varias personas para ser rodeados, riachuelos de los que puede se puede beber directamente y frutos que complementan lo que cada uno ha llevado para alimentarse.
De repente, entre la vegetación se alcanza a divisar la piedra de la que muchos han estado hablando por el camino. El «hogar» de quien muchos esperan ver. Llegamos a la piedra donde duerme el tigre. Un espacio enclavado en la roca en la que, según cuentan, se resguarda el animal cuando acaba de hacer sus rondas por el bosque. Los más entusiastas no esperan más y empiezan a tomarse fotos en este lugar, aprovechando que «el dueño de casa» no está.
Aunque no vimos al tigre, nos quedaron como recordatorios de su majestuosidad tanto sus huellas como la marca de sus garras en la tierra.
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Tuvimos también la oportunidad de visitar el lugar en el que reposa el cuerpo del señor Mesías, ancestro de Héctor, pues como consta en la Resolución 019 del 29 de junio de 2000, con la que se dio el carácter legal de resguardo a la comunidad indígena Inga de Chaluayaco: «Una de las características de esta comunidad es que es un cabildo de tipo familiar, reconocido y legalizado».
De igual manera visitamos la casa en la que otrora viviera la mayora Fidelina, una mujer que también luchó por el debido reconocimiento del territorio. Por eso, en el planteamiento del proyecto que nos condujo al resguardo, no se hablaba de conocer (aunque muchos jamás hubiéramos pisado la zona), sino de «reconocer», como una forma de destacar que siempre ha habido una conexión con los lugares que han habitado.
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En las noches, música y canto al ritmo de flauta, tambora y zampoña. No hay un repertorio seleccionado, las notas van fluyendo al compás del tambor. El tiempo de descanso después de los recorridos se va entre partidos de fútbol e idas al río, unos para bañarse, otros para lanzar la red entre el gran número y variedad de peces que ahí habitan y a los que el nombre «Chaluayaco» hace referencia. En todos estos momentos nos acompañan dos ingeniosas niñas, hijas de la gobernadora del resguardo y nietas de Héctor, quienes fueron también nuestras guías de actividades cotidianas y compañeras de plática.
Llega el momento de despedirnos de ellas y de parte de su familia, pues debemos regresar a Villagarzón. Agradecemos a la gobernadora por permitirnos llegar y recibirnos con hospitalidad, a pesar de la premura del tiempo. Algunos de sus familiares viajan con nosotros con destino al «Corazón del Putumayo» como también se conoce a Villagarzón.
Nuestra última caminata nos conduce al punto conocido como Puente Rojo, la estructura que comunica las orillas del río Vides y junto al cual hay una reserva natural. Los primeros en llegar descansan a un lado del camino mientras llegamos los demás, allí almorzamos y nos hidratamos antes de subir de nuevo al camión.
Una vez arriba, pasamos por algunos de los resguardos en donde viven nuestros compañeros de viaje. Los árboles de plátano y chontaduro adornan el paisaje mientras transitamos el piedemonte amazónico con destino a la sede de ACIMVIP, donde finalmente hacemos una última retroalimentación y compartimos nuestras impresiones, además de nuestro más profundo agradecimiento por las experiencias vividas, los conocimientos adquiridos y la hospitalidad siempre característica de quienes compartieron con nosotros la última semana.
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El espacio de formación de los cuidadores no solo pretende hacer presencia en el departamento de Putumayo, sino como su nombre lo indica, integrar a las demás comunidades que hacen parte de la Amazonía colombiana por la protección del territorio y la diversidad natural, al reconocer su importancia física, cultural y espiritual para la pervivencia, no solo de los pueblos indígenas, sino de toda la humanidad.
De igual forma, con los insumos recolectados por la misma comunidad y con la ayuda de los equipos técnicos, se busca nutrir la caracterización del territorio y facilitar el acceso a los datos del mismo, a través de herramientas como el geovisor del Sistema de Información Geográfica de la CNTI. Todo esto como una manera de apoyar los procesos que se tejen desde lo local y que reivindican el rol de los pueblos como actores fundamentales en el cuidado de la Madre Tierra y todas las formas de vida que en ella habitan.
En este espacio fueron evaluados los avances de los acuerdos suscritos a lo largo del año y se dio cierre a las jornadas de diálogo y concertación con los representantes de Gobierno en materia territorial de los pueblos indígenas durante 2021.
Por parte del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) y respecto al primer punto de la agenda que contempló los avances para la creación de una dependencia de atención especial para grupos étnicos, los funcionarios expresaron que, tras las respectivas averiguaciones a nivel interno, será presentada la propuesta a la nueva administración para su creación.
A fin de dar cumplimiento a esta iniciativa, la entidad realizará una convocatoria para articular las actividades misionales de cada una de las direcciones que se verían involucradas en los procesos, además de mostrar que efectivamente existen tanto las necesidades como las condiciones para la creación de la misma.
Respecto a los resultados expuestos del plan de acción de la ANT para 2021, Camilo Niño Izquierdo, secretario técnico de la CNTI, reconoció que si bien existe un contexto de dilaciones administrativas estructurales, los resultados conseguidos por la entidad en esta vigencia son una muestra de que sí es posible avanzar en la formalización de los territorios indígenas en el país.
«Reconocemos el trabajo hecho y esperamos que este año superemos nuevamente la meta. Esto evidencia que cuando se garantiza seguridad jurídica a los territorios, realmente se impacta positivamente a las comunidades. Sabemos que hay muchas dificultades, pero esta es una muestra de que cuando se quiere y se trabaja articuladamente, se puede avanzar», agregó.
Por otro lado, la ANT se comprometió a la constitución y ampliación de 35 resguardos (20 casos de constitución y 15 de ampliación) como metas del plan de acción 2022, además de la adquisición de 25 predios. Frente a los procedimientos de clarificación de la vigencia legal de los títulos de origen colonial y/o republicano, acordó atender 3 casos, 2 más referentes a la protección a territorios ancestrales y tradicionales en el marco del Decreto 2333 de 2014 y cuatro casos en delimitación.
Así mismo, la entidad se comprometió a realizar el censo del proceso de ampliación del Resguardo San Lorenzo (Riosucio, Caldas) y apoyar el despliegue logístico que ello implica en los primeros cuatro meses del año 2022.
Finalmente, el Ministerio del Interior entregará los conceptos previos del Resguardo Indígena Cacica Ibanasca, del Resguardo Indígena La Cabaña, del Resguardo Indígena Yachay Wasy e Intillagta para el 6 de diciembre del 2021; del Resguardo Indígena La Mayera y Quintín Lame el 20 de diciembre 2021, además del caso Muchajagua para el 29 de noviembre y de Karamandú para el 3 de diciembre.
Por su parte, la Agencia Nacional de Tierras acordó presentar la ruta de atención al procedimiento de ampliación del resguardo Guacamayas Mamiyare en la I sesión del 2022 de la CNTI, llevar ante el consejo directivo el Proyecto de Acuerdo de la Constitución del resguardo indígena Renacer Awá en el primer trimestre del 2022, realizar una reunión en el mes de febrero del 2022 con el objetivo de concertar con el Resguardo indígena El Arenal el ingreso al territorio para la realización de la visita de verificación y la presentación periódica a la CNTI de los avances en la implementación de la ruta jurídica definida para el caso del Alto Naya (Sinaí Alto Naya, Playón Nasa Naya, Páez Alto Naya).
La comunidad indígena El Coco hace un llamado urgente al Gobierno nacional y a los entes competentes para que intervengan de manera inmediata, frente a la violación de sus derechos fundamentales y territoriales por parte de la Infantería de Marina Armada de Colombia.
Las comunidades indígenas de Coco Viejo y Coco Nuevo están ubicadas en el municipio de Inírida, departamento de Guainía. Pertenecen al resguardo indígena Coayare y a pesar de dominar muy bien el castellano, su esencia lingüística y el manejo de su idioma ancestral pertenece a los Curripacos, un pueblo indígena que cuenta con aproximadamente 4300 personas, asentadas principalmente en los departamentos de Guainía, Vaupés y Vichada.
En cuanto a sus actividades productivas y económicas, la comunidad suele hacer uso de herramientas que cuentan con un saber ancestral, enfocadas en la extracción de la gravilla y la pesca, además de contar con diferentes grupos familiares artesanales, quienes trabajan la tejeduría en fibra.
A pocos minutos de su territorio se encuentra un batallón del Ejército y otro de la Marina que prohíben el paso de la comunidad dentro de su territorio ancestral, lo que llevo a la comunidad a hacer un llamado el pasado 3 de septiembre a la Comisión Nacional de Territorios Indígenas (CNTI) a través de un video, en el que expresaba su preocupación por las exigencias que hacía uno de los sargentos perteneciente a la Infantería Armada de Colombia.
Por esta razón, el Observatorio de Derechos Territoriales de los Pueblos Indígenas (ODTPI) como componente de trabajo de la CNTI, atendió el llamado de la comunidad y de la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana (OPIAC), y emprendió un viaje el 13 de octubre al suroriente del país, a una pequeña parte del «pulmón del mundo» para brindar un acompañamiento a la comunidad de Coco Viejo y Coco Nuevo.
Al llegar a Guainía (“espejito del sol” en lengua Puinave) se tuvo la posibilidad de analizar y reconocer que es uno de los territorios con mayor presencia de Pueblos Indígenas, con una gran extensión de selva cargada de intereses capitales que buscan explotar su riqueza natural y someter a muchos de sus habitantes a unas constantes problemáticas como la presencia de grupos armados, deforestación, minería ilegal, trabajo forzado a menores y a las diferentes violencias que afectan directamente a las mujeres.
La CNTI logró ubicar a 10 minutos en motocicleta el resguardo indígena de Coayare, El Coco, integrado por cinco comunidades indígenas: Coco Viejo, Coco Nuevo, Curripaco, Puinave y Piapoco, pueblos originarios y asentados en Guainía.
La tropa armada como una problemática para el Pueblo Indígena
En la socialización con la comunidad y la Infantería de Marina Armada de Colombia, se logró evidenciar que la presencia de esta tropa armada estaba generando dificultades de orden público en el territorio, ya que este grupo asegura que la comunidad no tiene permitido pasar hasta un punto, mismo que la comunidad asegura que corresponde al cementerio donde se encuentran los restos de sus ancestros.
Cementerio de la comunidad de El Coco, 2021.
Aunque no existe información clara sobre la delimitación de la sede militar que colinda con la comunidad El Coco, en el municipio de Inírida, se tiene conocimiento de la presencia del Batallón Fluvial de Infantería de Marina N°50 (BAFLIM50) con km 3 vía a El Coco. Batallón que hace parte de la Brigada de Infantería de Marina No. 5 (Resolución No. 6469-MDN del 30 agosto de 1989)[1], inicialmente denominada como la Fuerza Fluvial la Flotilla del Magdalena y del Oriente.
En el año 1999 adquirió la denominación de Unidad Operativa Menor y su puesto de mando está ubicado en el municipio de Puerto Carreño, en el departamento del Vichada. Actualmente, cuenta con unidades y elementos fluviales de combate, asignándosele como área de responsabilidad los ríos de Guaviare, Inírida, Orinoco y sus afluentes[2].
Por otro lado, se encuentra el Batallón de Infantería N°45 general Próspero Pinzón, el cual fue creado en el año 2003 y activado en el año 2005 como Batallón de Infantería Motorizado y ubicado en Puerto Carreño, Vichada. El día 19 de noviembre de 2005, al activarse la Brigada de Selva No. 28, fue asignado como jurisdicción en el departamento del Guainía.
Origen de la Comunidad de Coco Nuevo y Coco Viejo
De acuerdo con el registro y los testimonios que ha brindado la comunidad, este Pueblo Indígena es originario del Río Negro, también llamado Río Guainía, perteneciente del territorio desde los años 50s al que le concedieron un terreno que fue pagado con cuatro toneladas de fibra y que hoy en día pertenece al territorio de Coco Viejo y Coco Nuevo.
Sin embargo, en el año 1976 se le concedió parte del territorio a un colono cerca de la laguna Kamasabe, donde había cultivos que le pertenecían a la comunidad. Años después, esta persona vendió el terreno y lo dejó bajo el poder de la Infantería para la instalación del batallón.
Ahora mismo, la comunidad de El Coco tiene conocimiento de que en su momento se hizo una consulta previa con el “capitán” que se encontraba ejerciendo su autoridad en el año de 1995, quien termino aceptando y vendiendo el territorio a la fuerza armada, a pesar de que era un resguardo.
Todas esas incongruencias y falta de certeza han afectado seriamente a la comunidad, ya que la fuerza armada está reclamando parte de un sitio sagrado para el Pueblo Indígena de los Curripacos.
La deuda de las instituciones en materia territorial con la comunidad de El Coco
Según la información de la Agencia Nacional de Tierras (ANT) el resguardo fue constituido a través de la resolución del 25 de abril del año 1986[3], con una extensión de 11840 hectáreas aproximadamente, en la que actualmente se encuentra ubicada en los parajes de Coayare-Coco en un terreno situado con jurisdicción del municipio de Inírida a favor de las comunidades Puinave, Piapoco y Curripaco.
Sin embargo, los habitantes de la comunidad El Coco aseguran que desde el año 2010 se está solicitando la ampliación de su territorio, uno de los procedimientos más importantes en los que el Estado debe brindar el reconocimiento e incluir los territorios de manera adicional del resguardo al título de propiedad de la comunidad, a pesar de que ha pasado más de una década en la que no han recibido ninguna respuesta por parte de la Agencia Nacional de Tierras.
Al hacer el respectivo seguimiento a la ANT, fue posible evidenciar que el 16 de agosto de 2018 la entidad territorial informó a la Unidad de Restitución de Tierras (URT)[4] que los expedientes que hacían referencia al procedimiento de ampliación estaban pendientes de programación. Por ende, un año después la URT presentó una solicitud de protección del territorio ancestral, en el que le indicó a la (ANT) continuar con el proceso de caracterización territorial.
Sin embargo, hasta este momento la comunidad no tiene claridad ni conocimiento de los límites de su resguardo. Por ende, el equipo jurídico de la CNTI se dispone a hacer una documentación del caso en la que sean tenidas en cuenta las aspiraciones territoriales para poder identificar si mediante una acción jurídica se puede lograr la dotación territorial y la ampliación del resguardo de la comunidad El Coco, además de iniciar un trabajo pedagógico con el fin de que el Pueblo Indígena conozca sus derechos territoriales sobre la problemática que se está presentando con la Infantería de Marina Armada de Colombia.
El artículo 63 de la Constitución Política de Colombia, dice lo siguiente: “Los parques comunales, las tierras comunales de grupos étnicos, las tierras de resguardo, el patrimonio arqueológico de la nación y los demás bienes que determine la ley, son inalienables, imprescriptibles e inembargables”. De igual forma, el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en los artículos 13 y 14, refiere el concepto de «tierra» como territorio para los Pueblos Indígenas. Por eso, la ocupación o posesión genera propiedad y el Estado está en la obligación de formalizar los territorios.
Por eso, la Infantería de Marina Armada de Colombia debe reconocer que así no se encuentre el territorio titulado dentro del marco de la legalidad, las comunidades indígenas de Coco Nuevo y Coco Viejo son pueblos originarios del departamento del Guainía y que en estos momentos la fuerza armada se encuentra ubicada en un territorio ancestral y sagrado.
Ahora bien, aunque hay conocimiento de esta disputa territorial, existe una serie de desarmonías en el territorio ancestral que han afectado a los Pueblos Indígenas como la falta de atención y de materia prima productiva que contribuya a la manutención de las comunidades, pues su fuente principal de ingreso sigue siendo las artesanías y la minería artesanal.
Acciones adelantadas por la comunidad
A pesar de que en el departamento del Guainía y en la comunidad se ha incrementado la presencia de colonos que afectan directamente a las comunidades ancestrales con la tala indiscriminada de árboles, la comunidad de Coco Viejo y Coco Nuevo ha creado un invernadero rodeado de polisombra y plantas ancestrales del Pueblo Indígena de los Curripacos, con el que pretenden reforestar gran parte de su territorio para restablecer su sitio sagrado.
Vivero de la Comunidad de Coco Viejo y Coco Nuevo, 2021.
Mujer indígena como territorio
Además de esto, la participación de la mujer indígena en su territorio es de suma importancia, pues ellas son las encargadas de transmitir el conocimiento a sus hijos, de defender y proteger su territorio como un espacio sagrado que debe ser preservado a través del cuidado de las plantas que brindan componentes medicinales, la preservación de los bosques y el agua.
“Cuando se desaparece una laguna o un árbol se empiezan a deteriorar y extinguir las mismas culturas, porque existe una correlación entre la pérdida de la biodiversidad, el deterioro físico de los pueblos y el desarraigo cultural”, Camilo Niño, secretario técnico de la Comisión Nacional de Territorios Indígenas.
Mujeres Indígenas del Pueblo Originario de los Curripacos, 2021.
Por eso, en el marco de los derechos territoriales de los Pueblos Indígenas es necesario que se garantice la supervivencia de los Pueblos Indígenas con el respeto a sus procesos organizativos, culturales, espirituales y de Gobierno propio para la conservación de la biodiversidad, el buen vivir y para la pervivencia del Pueblo física y culturalmente.
En la IV sesión de la Comisión Nacional de Territorios Indígenas realizada el 15, 16 y 17 de septiembre se evidenció que en el afán de cumplir con las metas de implementación en materia de acceso a tierras y formalización de la propiedad, el gobierno nacional ha tergiversado el cumplimiento de las metas a la luz de una interpretación errónea de las normas que protegen los derechos territoriales de los pueblos indígenas. Esto arroja como resultado una implementación del Acuerdo Final de Paz (AFP) que se distancia de su enfoque original y contenido y que como principal vacío -que será sin lugar a dudas el detonante de nuevos conflictos por la tierra, no ha sido estructurado, diseñado y pensado junto y con sus principales beneficiarios.
| Alertamos a los garantes del AFP y a los respectivos donantes que los términos en los que el actual gobierno pretende informar a la sociedad civil y opinión pública sobre los avances de la implementación hacen referencia a datos que no corresponden con la realidad y que se apartan de lo acordado.
| Por eso le exigimos al gobierno nacional cumplir e implementar el AFP tal cómo fue firmado y bajo el respeto a la salvaguarda de los derechos territoriales de los pueblos indígenas que hacen parte integral de su contenido.
| Desde este espacio hacemos un llamado a los pueblos indígenas para que adviertan la instrumentalización de la que estamos siendo víctimas para una supuesta implementación del AFP en la medida en que además de ser excluidos del proceso de construcción de políticas públicas allí contempladas, nuestras tierras están siendo reportadas como la mayoría del total de hectáreas otorgadas en la modalidad de acceso a tierras.